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Stealing time D

Stealing time D  (2022) es la cuarta y última pieza con la que el compositor Octavi Rumbau cierra su ciclo 'Stealing time' (“robando el tiempo”). Se trata de una composición para violín, cello y piano, mientras que las dos primeras obras del ciclo estaban escritas para percusión y electrónica, y la tercera es un dúo de violín y piano. La obra es un encargo de Juventudes Musicales de Cataluña a Octavi Rumbau, como compositor residente de la Xarxa de Músiques 2022-2023.

El germen que articula el citado ciclo se basa en la experimentación en torno al “canon rítmico por teselación”. Así explica el compositor esta técnica compositiva sobre la que ha estado trabajando últimamente.

Para comprender este concepto ciertamente abstracto, podemos pensar en los mosaicos de los palacios nazaríes de la Alhambra. Los artesanos que los realizaron, trabajaron intensamente en las diferentes formas de poder modificar ciertas figuras geométricas para que éstas pudieran ser complementarias unas con otras formando un patrón: la condición indispensable era que todo el espacio debía ser ocupado sin dejar ningún agujero y sin nunca solaparse unas con otras. A esto se le llama teselar un plan. 

La simetría en su concepción más amplia del término es la clave de esta técnica. En música evidentemente no podemos teselar en dos dimensiones pero sí en una, la del tiempo.

 

Stealing time D se podría considerar una pequeña orquestación de Stealing time C mediante el añadido del violonchelo. Observamos por un lado el piano, que va desplegando en el tiempo un canon rítmico por teselación de forma muy progresiva, casi fractal, y en constante proceso de aceleración y disminución del tempo. Hacia la mitad de la pieza, el canon se repliega volviendo de algún modo hacia su origen como si de un espejo se tratara. Por otra parte, el violín se dedica a hacer proliferar un motivo a lo largo de toda la pieza de forma muy progresiva y obsesiva contrayendo el tiempo entre cada una de sus apariciones, es decir, el silencio se va acortando hasta su desaparición definitiva, no el motivo. Pero al contrario del piano, el tempo de este motivo del violín es estable e invariable: no acelera ni ralentiza en ningún momento. Se crea por tanto una cierta paradoja entre ambos instrumentos gracias a la contradicción de tempos y ritmos, y entre la percepción de un tiempo musical lineal y otro de circular.

El violonchelo juega un rol intermedio entre el violín y el piano: si por un lado va completamente sincronizado con el piano en cuanto al tempo, por otro actúa como espejo del motivo del violín

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