‘Obertures’, encargo de Erica Wise, es un ciclo de piezas para violonchelo concebidas como un “todo”, para ser interpretadas de manera consecutiva, en attacca; pero, a su vez, éstas también se articulan como seis piezas independientes que actúan a modo de aperturas para cada uno de los preludios de las seis suites para violonchelo de Bach.

Cabe decir, en primer lugar, que inmiscuirse dentro de la obra de Bach ya es en sí mismo un verdadero peligro, por no decir una temeridad. Como es obvio, este monumento del repertorio para violonchelo no necesita a priori ser introducido ni acompañado por ninguna otra música que no sea la del propio Bach. Dicho esto, y con toda la cautela necesaria, sí creo que una mirada distante sobre el conjunto de las suites puede aportar algo original. No se trata de una mirada frontal que quiera construir un nuevo discurso a partir de la variación, la deconstrucción o el mosaico de citas y referencias del propio Bach, sino de una mirada oblicua sobre el material de cada una de las suites. Y si por algo destacan las suites de Bach es justamente por su abstracción. Y de eso tenemos prueba por la diversidad de interpretaciones que se han hecho desde que Pau Casals las rescató del olvido. Esta constante relectura por parte de los y las violonchelistas (cambios de tempo, cambios de articulación, de fraseo, cambio de arco, ¡cambio de instrumento!, etc.) es paradigmática: la atemporalidad del material permite que casi todo sea posible.

Para la construcción de ‘Obertures’ he partido de la estructura más profunda de cada uno de los seis preludios de Bach utilizando de manera recurrente una dimensión tímbrica casi inexistente en el Barroco: la de los armónicos naturales más extremos. Gracias a esta técnica, el material se convierte en etéreo y distante, como una niebla donde los sonidos se “rompen” debido a su fragilidad (hay que decir que la técnica de los armónicos naturales fue empleada de manera residual en la época, no por su desconocimiento sino por las características del instrumento y la propia técnica instrumental de la época que no permitían ir muy allá en esta cuestión).

Pero paradójicamente, y a razón de la atemporalidad mencionada anteriormente, este aparente contraste tímbrico entre los dos universos sonoros queda completamente diluido una vez que los yuxtaponemos. La fluidez en el encadenamiento rompe el contexto de escucha entre las dos músicas creando un continuo que redibuja todo tipo de “a priori” tanto en lo que se refiere a la percepción de la música de Bach como a la mía propia. Sin embargo, a medida que la suite avanza en el tiempo alejándose progresivamente de mi universo sonoro, el contexto perceptivo se va transformando, dejando la apertura inicial en un sueño del que apenas recordamos su historia.